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Equidad de género en la práctica empresarial. Un tema de principios y de acción
21/03/2013 - Perú
La empresa moderna no solo debe respetar los derechos laborales femeninos, como parte de su RSE debe ser activa en el trabajo por la equidad de género.
Nuestro país empieza a mostrar interesantes avances en cuanto a la presencia de mujeres en puestos directivos. Mientras que en las economías de G7, el 21% de puestos directivos son ocupados por mujeres; en Latinoamérica la cifra se eleva al 23% y, en el Perú, se eleva aún más pues alcanza el 27% (Grant Thornton International Business Report).
No obstante, hay aún un largo camino por recorrer. Como destaca el Dr. Jorge Toyama, según el INEI, el 82% de los hombres pertenece a la PEA laboral mientras que en el caso de las mujeres esta cifra alcanza únicamente el 68%. El 30% de los hombres son subempleados, en el caso de las mujeres la tasa alcanza el 54%. Por otro lado, los ingresos alcanzados por las mujeres son mucho menores, el promedio urbano masculino es de S/. 1.314 y el femenino S/. 848.
En cuanto a la mujer microempresaria, según el BID, a 2011 el 40% de las microempresas en el Perú eran manejadas por mujeres. Sus estudios muestran que, incluso a nivel global, es difícil para las mujeres empresarias pasar de la etapa de la microempresa, a la conducción de empresas de mayor escala. En el mundo, mientras las mujeres manejan algo más de la mitad de microempresas, solo están al mando del 25% de las empresas pequeñas y de un reducido 8% de las empresas medianas.
Estos datos no son sorprendentes, si consideramos que las mujeres representan el 70% de la población pobre del mundo. En los países en desarrollo, solo el 2% de las tierras agrícolas son de propiedad de las mujeres, dos tercios de los adultos analfabetos son mujeres y 1 de cada 5 niñas que inicia sus estudios de educación primaria logra culminarlos. Por otra parte, en promedio, a lo largo de su vida, 6 de cada 10 mujeres experimentan algún tipo de violencia física o sexual.
Es claro que hay que celebrar la presencia de las mujeres en roles cada vez más importantes. Hay que resaltar igualmente cualquier avance en el terreno de la mujer emprendedora. Se trata de un tema de principios y también de un tema práctico. Organizaciones como The Women's Learning Partnership (WLP), destacan el concepto del "dividendo de género". Es decir, el hecho de que cualquier inversión orientada a mejorar las condiciones de vida de las mujeres en el mundo, representa una mejora directa en los indicadores económicos: se estima que, a nivel mundial, por cada año que las mujeres avancen del cuarto grado de primaria, sus salarios se incrementarán en 20%, las muertes infantiles se reducirán en 10% y el tamaño de las familias disminuirá en 20%. Como indica un estudio de la consultora Deloitte, no hay que olvidarse de que las mujeres asumen el 80% de las decisiones de compra.
WEP, una organización sin fines de lucro que surge por iniciativa de UN Women y el Pacto Global, promueve un grupo de principios orientados a ofrecer a las empresas una guía para mejorar sus acciones de promoción de la mujer en el entorno laboral, en el mercado y en la comunidad. En este sentido, orienta sobre la forma de abordar los temas de género en la empresa, como parte de su RSE y de su trabajo en favor del desarrollo sostenible. Para ello, propone la adopción de 7 principios:
1. Involucramiento de la alta dirección de la empresa en el diseño de políticas de igualdad de género y de derechos humanos. Este principio invita a la empresa a establecer metas específicas en favor de la equidad de género y promueve el que se establezcan indicadores de desempeño que permitan monitorear sus avances. Se busca que, al interior de la empresa y en consulta con los principales grupos de interés, se identifiquen los posibles espacios sensibles donde se pudieran suscitar diferencias injustas en el trato de hombres y mujeres, para diseñar programas que cambien esta realidad.
2. Trato justo en el trabajo y apoyo a los derechos humanos y a la no-discriminación. Este principio se enfoca en el pago igualitario de remuneraciones por trabajos similares y en el cuidado de evitar condiciones laborales discriminatorias en cuanto a temas de género. Incide en temas como las políticas de selección y retención del talento y, en particular, en la necesidad de que las empresas sean proactivas en la oferta de oportunidades a las mujeres para acceder al gobierno de la empresa; es decir, a puestos de dirección, de nivel ejecutivo y a posiciones en los directorios. Sugiere la implementación de prácticas de flexibilidad laboral, la viabilidad del reingreso en condiciones de igualdad en el pago y en la asignación de responsabilidades, servicios de apoyo en el cuidado de los niños e información disponible tanto para hombres, como para mujeres.
3. Preservar la salud, la seguridad y el bienestar de todas las mujeres y hombres trabajadores. En este caso, el énfasis está puesto en las condiciones laborales que, además de ser seguras, se ocupen también de preservar la salud reproductiva de las trabajadoras. Incide en la tolerancia-cero de cualquier forma de violencia en el trabajo, del abuso físico o verbal y de cualquier forma de hostigamiento sexual. Añade prácticas como el otorgamiento de seguros médicos, facilidades en cuanto a disposición de tiempo para la atención médica y consejería de trabajadores y familia. Así como también el cuidado de las condiciones de viajes laborales en el caso de las mujeres, el entrenamiento de los gerentes para identificar signos de violencia femenina y otros temas relacionados con el abuso contra la mujer.
4. Promoción de la educación, entrenamiento y desarrollo profesional para la mujer. Este principio enfatiza en el desarrollo de programas y políticas que creen oportunidades para que las mujeres accedan a todo tipo de labor y posición en la empresa, incluso en trabajos que históricamente no han sido considerados femeninos. Se promueve la igualdad de oportunidades para acceder a la formación y entrenamiento en el trabajo, así como el desarrollo de iniciativas orientadas a la mejora del nivel educativo y la formación técnica de la mujer.
5. Implementación de prácticas que empoderen a las mujeres en acciones de desarrollo del negocio, en la cadena de suministro y en las acciones de marketing. Este principio llama la atención sobre la necesidad de promover negocios con empresas y otros emprendimientos liderados por mujeres. Se espera que la empresa promueva este enfoque en sus socios comerciales. Asimismo, se incide en la consideración de la dignidad de la mujer en las prácticas de mercadeo y en la oferta de productos al mercado.
6. Promoción y defensa de la equidad de género en la comunidad. Se trata de liderar con el ejemplo y de comprometer a otros actores sociales y socios comerciales en programas orientados hacia los temas tratados. Así también, se busca que la empresa asegure la presencia de las mujeres de la comunidad en los procesos de interacción con estos grupos, reconociendo el liderazgo de las mujeres allí donde esté presente.
7. Medición y reporte de los avances en los temas de equidad de género. Se promueve que las empresas hagan explícitas políticas y prácticas sobre el tema y que este esfuerzo se extienda tanto al interior de la empresa, como a nivel público.
Será necesario revisar cuántos de estos principios se han trabajado de manera explícita en las empresas que apuestan por un entorno de mayores oportunidades para nuestras nuevas generaciones de hombres y mujeres peruanos.
Para mayor información:
http://blogs.gestion.pe/reinventarse/2013/03/equidad-de-genero-en-la-practi.html